…Estaba el pobrecito agonizando en su
lecho de muerte y kuando ya estaba a punto de parmarla, entra por la
habitazión un riko olor a pastel de manzana calentito (¡¡mmmmm!!)
y akarizia las narices del pobre hombre. El hombre entonzes abre un
ojo y le pide a su hijo:
- “Niño, ¿me kieres traer un
trozito de pastel de la cocina?”
A la mijita, el niño vuelve kon las
manos vazías a la kama y le dize a su padre:
- “Mamá dize ke el pastel es para
después del entierro”.
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