Cuenta la historia ke había un hombre
de Trebujena que tenía un árbol que NO le daba frutas. NO recuerdo
qué clase de árbol era, pero aquel hombre --ya falto de toda
esperanza e ilusión-- le comentó a un amigo suyo que íba a
arrancarlo. Total, frutas NO echaba. El amigo entonces le dijo:
- “Háblale al árbo.”
- “Háblale al árbo.”
Y el hombre, asombrado, creyó que su
amigo o bien se había vuelto loco, o bien le estaba gastando una
broma.
- “¡Mira éste, lah cozah que ce le
ocurren! ¿A un árbo le boy a hablar yo?”
- “¡Que cí, hombre!. Tú hámme cazo. Háblale al árbo y espera al año que biene, y ci el árbo NO te esha fruta, po' entonce lo arranca.”
- “¡Que cí, hombre!. Tú hámme cazo. Háblale al árbo y espera al año que biene, y ci el árbo NO te esha fruta, po' entonce lo arranca.”
Efectivamente, aquel hombre siguió el
consejo de su amigo, y al otro día se fue al campo, se puso delante
del árbol y empezó a hablarle como si de una persona se tratara,
igual:
- “Cusha, pare, te lo boy a decí zólo una bé: o tú me esha fruta pa'l año que biene, o te arranco... Que me tienes to' aburrío perdío y ya NO cé qué jacé contigo. Acín que ya lo zabe: o tú me esha fruta, o te arranco má ligero que un mixto. Ya está bien de tanto cashondeíto, ome.”
- “Cusha, pare, te lo boy a decí zólo una bé: o tú me esha fruta pa'l año que biene, o te arranco... Que me tienes to' aburrío perdío y ya NO cé qué jacé contigo. Acín que ya lo zabe: o tú me esha fruta, o te arranco má ligero que un mixto. Ya está bien de tanto cashondeíto, ome.”
Y ahora viene lo más sorprendente del
caso: resulta que al año siguiente, aquel árbol echó de frutas lo
que NO había en los escritos, un disparate, qué se yo... Parece
como si el árbol le hubiese escuchado.
CONCLUSIÓN: Naturalmente, a las
plantas hay que hablarles. Ellas nos escuchan. Mi padre, que en paz
descanse, incluso les cantaba fandangos a las cepas mientras
trabajaba en la viña.
Las plantas son muy sensibles a todo tipo de vibraciones y, por lo tanto, también lo son a las vibraciones sónicas como la voz humana y la música.
Las plantas son muy sensibles a todo tipo de vibraciones y, por lo tanto, también lo son a las vibraciones sónicas como la voz humana y la música.
Ay, Diox...!
Decía el botánico inglés Nicolás Culpeper que NO basta con amar y cuidar las plantas, que es necesario hablarles bajito y con mucho arte... Igual que hacen los pájaros cuando cantan por las mañanas, a la salida del Sol... (Marin El Punki - Perro Loko).
Decía el botánico inglés Nicolás Culpeper que NO basta con amar y cuidar las plantas, que es necesario hablarles bajito y con mucho arte... Igual que hacen los pájaros cuando cantan por las mañanas, a la salida del Sol... (Marin El Punki - Perro Loko).
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