domingo, 16 de agosto de 2015

El hombre que le susurraba a las plantas

Cuenta la historia ke había un hombre de Trebujena que tenía un árbol que NO le daba frutas. NO recuerdo qué clase de árbol era, pero aquel hombre --ya falto de toda esperanza e ilusión-- le comentó a un amigo suyo que íba a arrancarlo. Total, frutas NO echaba. El amigo entonces le dijo:
- “Háblale al árbo.”

Y el hombre, asombrado, creyó que su amigo o bien se había vuelto loco, o bien le estaba gastando una broma.
- “¡Mira éste, lah cozah que ce le ocurren! ¿A un árbo le boy a hablar yo?”
- “¡Que cí, hombre!. Tú hámme cazo. Háblale al árbo y espera al año que biene, y ci el árbo NO te esha fruta, po' entonce lo arranca.”

Efectivamente, aquel hombre siguió el consejo de su amigo, y al otro día se fue al campo, se puso delante del árbol y empezó a hablarle como si de una persona se tratara, igual:
- “Cusha, pare, te lo boy a decí zólo una bé: o tú me esha fruta pa'l año que biene, o te arranco... Que me tienes to' aburrío perdío y ya NO cé qué jacé contigo. Acín que ya lo zabe: o tú me esha fruta, o te arranco má ligero que un mixto. Ya está bien de tanto cashondeíto, ome.”

Y ahora viene lo más sorprendente del caso: resulta que al año siguiente, aquel árbol echó de frutas lo que NO había en los escritos, un disparate, qué se yo... Parece como si el árbol le hubiese escuchado.

CONCLUSIÓN: Naturalmente, a las plantas hay que hablarles. Ellas nos escuchan. Mi padre, que en paz descanse, incluso les cantaba fandangos a las cepas mientras trabajaba en la viña.
Las plantas son muy sensibles a todo tipo de vibraciones y, por lo tanto, también lo son a las vibraciones sónicas como la voz humana y la música.

Ay, Diox...!
Decía el botánico inglés Nicolás Culpeper que NO basta con amar y cuidar las plantas, que es necesario hablarles bajito y con mucho arte... Igual que hacen los pájaros cuando cantan por las mañanas, a la salida del Sol... (Marin El Punki - Perro Loko).

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