miércoles, 24 de mayo de 2017

Dos monjas que vivían aisladas en un convento ubicado en una lejana aldea, hicieron un viaje en barco hacia los Estados Unidos de América. Cuando desembarcaron, una le dijo a la otra:
- "He oído que la gente de este país comen perritos."
- "¡Santo cielo, Dios nos asista!".- Exclamó la otra.
- "Pues, hermana, si vamos a vivir en Estados Unidos, quizás sea menester que también nosotras procedamos como hacen los americanos."
Asintiendo enfáticamente su compañera, pidieron dos perritos a un vendedor que por la calle transitaba con el carro.

- "Dos perritos, por favor".- El proveedor, encantado de satisfacer a las monjitas, envolvió ambos perritos calientes en papel de aluminio y se los entregó ofreciéndoles, además, una amplia sonrisa. Excitadas, las monjas se apresuraron hacia un banco y comienzaron a desenvolver sus perritos.

La madre superiora fue la primera en abrir el suyo. Ella comienzó a ruborizarse y luego, mirándolo por un momento, se inclinó hacia la otra monja y le susurró con cautela:
- "Hermana, ¿qué parte del perrito te ha tocado?."

No hay comentarios:

Publicar un comentario