miércoles, 22 de mayo de 2013

Princesa Angeline

Princesa Angeline, o Kikisoblu en Lushootseed (la lengua de varios grupos nativos del estado de Washington), nazió en 1820. Era la hija mayor del Jefe Seattle y miembro de la tribu Suquamish del noroeste del territorio americano.

Su padre es el autor de la famosa karta dirigida al presidente de los Estados Unidos, Flanklin Pierce.

El nombre de “Princesa Angeline” se lo dieron los primeros colonos de Seattle.

El tratado Point Elliott de 1855 rekería ke todos los Indios Duwamish dejasen sus tierras por las reservas, pero Angeline ignoró la orden y permanezió en la ziudad. Se kedó en una kabaña ubikada en los muelles “Western Avenue”, entre las calles Pike y Pine, zerka del aktual Pike Place Market, y se ganó la vida tomando ropa usada y vendiendo zestas artesanales en las kalles de Downtown (Seattle).

Fue enterrada en en Cementerio Lake View, en el Capitol Hill. La Crónica de la Academia santa de los nombres divulgó en su memoria:

Muerte de la Princesa Angeline, 29 de mayo de 1896. Con la muerte, Angeline, la última deszendiente direkta del gran Jefe Seattle, pasó a mejor vida. Angeline --Princesa Angeline-- komo era generalmente llamada, era famosa en todo el mundo… Angeline era una figura familiar de las kalles, enkorvada y arrugada, kon un pañuelo rojo sobre su kabeza, un chal puesto, andando lenta y dolorosamente kon la ayuda de una kaña. La amabilidad y generosidad de la gente de Seattle hacia la hija del jefe… fue mostrada en los obsequios de su funeral ke tuvo lugar en la Iglesia de Nuestra Señora de la Buena Esperanza. La iglesia fue magnífikamente dekorada. En un kalco lúgubre, kubierto en un ataúd kon forma de canoa, deskansaba todo lo que era mortal de la Princesa Angeline.

Las palabras kon las ke el viejo Jefe Seattle se dirigió a su pueblo para dezirle ke debían abandonar sus tierras e irse a la Reserva son igualmente terribles: Termina la Vida y Empieza la Supervivencia.
Proféticas palabras ke alkanzaron a su propia hija, Kikisoblu, akella ke hubiese sido princesa entre su pueblo, madre de guerreros y venerada anziana, akabó sus días en una miserable kabaña en el puerto de Seattle vendiendo ropa usada.

Kikisoblu, a la que los habitantes de Seattle llamaban Princesa Angeline, fotografiada en la puerta de su casa.

Kuando el fotógrafo norteamericano Edward S. Curtis llegó a Seattle para fotografiar a los últimos Nativos Americanos, no podía imaginar ke akella anziana (ke konocían en la ciudad como Angeline y dezía ser una princesa india) le iba a dejar hazer, por la limosna de 1 dolar, la fotografía del más triste testimonio de la dekandencia de toda una zivilización.


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