NO hace mucho escuché una noticia
sobre un profesor que había sido inhabilitado por el Supremo por
aprobar a una alumna que NO se había presentado al examen.
Esto que os voy a contar NO sé si
tiene que ver o NO tiene que ver, pero allá va. Recuerdo que cuando
yo estaba en el Instituto, tenía un profesor que nos daba Filosofía.
En realidad, a mí me llegó a dar Geografía, Historia y Filosofía
en tres cursos diferentes, porque como yo siempre repetía... Yo
sería más torpe que un guardagujas, pero la verdad es que siempre
me pareció demasiado exigente aquel profesor para lo poco que
explicaba...
Sus exámenes solían consistir en tan
sólo dos preguntas para desarrollar. Me acuerdo muy bien que cuando
teníamos examen con aquel profesor, repartía alrededor de seis
folios para cada alumno. Encima de su mesa, dejaba una torre de
paquetes de CIEN folios para quien necesitase escribir más (NO sea
cosa que con seis folios, NO fuese suficiente...).
El día del examen, después de
repartir los seis folios para cada uno, el profesor dictaba las dos
preguntas mientras paseaba entre el espacio que dejaba las hileras de
pupitres. Pa' mí que el profesor se inventaba las dos preguntas en
aquel mismo momento.
Una vez que copiábamos las preguntas
en el primer folio, el profesor nos decía:
- “Tenéis seis
folios para hacer el examen, pero si necesitáis más folios, en mi
mesa hay más. Podéis coger los que queráis.”
Y yo pensaba
para mis adentros: “Dios mío!, ¿más folios voy a necesitar yo?.
Lo que veremos a ver si puedo escribir uno por una cara (aunque sea);
porque tengo menos idea que una burra en pompa!.”
Como yo NO sabía responder ninguna de
las dos preguntas del examen, me entretenía escribiendo mi nombre y
mis apellidos muy bonitos. Pues me daba apuro y vergüenza entregar
el examen en blanco y salir el primero de la clase. Al menos, que l@s
demás piensen que yo estaba haciendo el examen ¿no?. Si después de
escribir mi nombre y mis apellidos muy bonitos (con letras góticas
del Medievo), todavía NO había salido nadie de la clase, ponía:
“Curso: 2º de BUP – B”, también con letras muy bonitas.
¡¡MEDIA HORA me llevaba para escribir
mi nombre, mis apellidos y el curso con letras
“Super-Mega-Fashion”!!. ¡Que yo creo que tan sólo por eso, me
tendrían que haber dado el Premio “Medalla de Oro al mérito en
las Bellas Artes” !!!.
Evidentemente, había alumnos (los más
empollones) que llegaban a escribir VEINTE FOLIOS por delante y por
detrás; y muchos de ellos, ni aprobaban. Si acaso, rozaban la nota
del 4 y medio. Eso la verdad es que después me consolaba, porque
pensaba: “Yo habré suspendido, pero aquel se ha «estrozao» de
escribir en el examen y también ha suspendido”.
A decir verdad, de todos los alumnos
que habíamos en el Instituto, con aquel profesor llegaban a aprobar
muy poquitos. Algunas veces, llegaban a aprobar tan sólo dos o tres
compañeros de la clase. Entonces, el profesor nos preguntaba (como
extrañándose encima):
- “¿Qué os ha pasado?.”
Y yo
pensaba para mis adentros: “¿Qué nos ha pasado, capullo?. ¡Que
has puesto unas preguntas que NO las entiende ni la madre que te
parió!!.”
¡Ah!, Y ahora viene lo más gracioso.
Ahora que me acuerdo...
Me acuerdo que una vez un chaval de la
clase escribió un cuento en el examen y aprobó. NO recuerdo si era
el cuento de “Aladino y la lámpara maravillosa”, “Alí Baba y
los cuarenta ladrones” o el de “Blancanieves y los siete
enanitos”, pero un cuento al fin y al cabo. Él chaval, que por
cierto, NO era muy listo, juraba que había escrito un cuento y lo
cierto es que aprobó. Ahora, eso sí, el chaval decía que se había
hartado de escribir.
P.D.--> Aunque antes eran otros
tiempos, si por mí fuera, yo también habría inhabilitado aquel
profesor que tuve en el Instituto; por ser un “agonías” y por
ponernos unos exámenes tan difíciles!!. (Marin El Punki - Perro
Loko).