Un soldado yanki-americano, de los
marines americanos, fue destinado a una isla exótica del Pacífico
Sur.
Mientras estaba en la isla, escribió a su esposa una carta en la que le pedía que le enviara una armónica para ocupar su tiempo libre y mantener su mente apartada de las mujeres de la localidad. La mujer accedió y le envió una de las mejores armónicas que pudo encontrar, junto con varios libros de lecciones de música.
Mientras estaba en la isla, escribió a su esposa una carta en la que le pedía que le enviara una armónica para ocupar su tiempo libre y mantener su mente apartada de las mujeres de la localidad. La mujer accedió y le envió una de las mejores armónicas que pudo encontrar, junto con varios libros de lecciones de música.
Cuando el soldado terminó su misión
en la isla, volvió a los Estados Unidos de América ("Yankee,
go home!"), corrió a su casa y abrió la puerta:
- "Oh, my Darling! --dijo efusivamente a su querida esposa-- Ven aquí... deja que te mire... déjame abrazarte!. Vamos a tener una cena romántica y después haremos el amor toda la noche. He echado tanto de menos tu amor!."
Y la esposa, manteniendo su distancia, le dijo:
- ¡¡Ssshhhhhhé!! ¡Quieto parao ahí! ¡Quieto parao ahíííííí!!. Todo a su debido tiempo. Primero, vamos a escuchar qué tal tocas la armónica."
- "Oh, my Darling! --dijo efusivamente a su querida esposa-- Ven aquí... deja que te mire... déjame abrazarte!. Vamos a tener una cena romántica y después haremos el amor toda la noche. He echado tanto de menos tu amor!."
Y la esposa, manteniendo su distancia, le dijo:
- ¡¡Ssshhhhhhé!! ¡Quieto parao ahí! ¡Quieto parao ahíííííí!!. Todo a su debido tiempo. Primero, vamos a escuchar qué tal tocas la armónica."
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